40 años de la "Conquista de Europa"
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En el verano de 1983, diez colombianos se convirtieron en los primeros
ciclistas aficionados en correr el Tour de Francia.
Rescatamos de la web, apartes de un articulo escrito por Sinar Alvarado,
periodista nacido en Valledupar, en la que varios protagonistas recuerdan esa histórica escapada hace
ya 40 años.
***
Empezaba la carrera y los colombianos no estaban listos. Quiero decir, no del todo. Estaban excitados y ansiosos; muertos de miedo ante la novedad y el compromiso que enfrentaban. Varias veces buscaron el monte para orinar nerviosos junto a la carretera. Algunos, como cualquier entusiasta, querían pedir autógrafos a los ciclistas famosos que correrían a su lado. Frente a estos pequeños actos de indisciplina, los organizadores decidieron multar con setenta francos a cada infractor. Empezaba la carrera y los colombianos ya estaban endeudados.
Aquel 1º de julio de 1983, por primera vez en setenta años de historia,
en la localidad de Fontenay-sous-Bois, el Tour de Francia partió con diez
ciclistas aficionados en sus filas. Correrían 3.809 kilómetros y 23 etapas
entre un lote de 130 profesionales curtidos: los mejores del mundo. Pero de
esos diez pioneros, solo cinco cruzarían la meta en París.
*
A principios de los ochenta el Tour lucía apagado y sin bríos: le hacía
falta una renovación urgente. Pero los cambios posibles eran pocos. Y uno de
ellos, bastante improbable, consistía en reanimar la antigua competencia
inyectándole varios litros de sangre nueva. Desde Colombia, un país lejano y
atrasado, con montañas imposibles que parían rudos ciclistas sin pulir, un tipo
sagaz reconoció en esa crisis su oportunidad. Miguel Ángel Bermúdez –un
visionario, decían algunos; un desquiciado, creían otros– se estrenaba entonces
como presidente de la Federación Colombiana de Ciclismo. Recién llegado al
cargo, entre finales de 1979 y principios de 1980, hizo su primera movida de
aproximación:
–Contraté a una secretaria bilingüe, porque el idioma del ciclismo es el
francés. Ella traducía nuestros boletines y los enviaba a Francia. Y al mismo
tiempo traducía al español lo que mandaban los medios y las organizaciones
ciclísticas de allá. Así empezamos a hacer lobby. En esa época estábamos
en una Vuelta a Colombia cuando recibí el perfil del Tour de l’Avenir, que es
una carrera para ciclistas amateurs. Entonces mandamos un equipo encabezado por
Alfonso Flórez, y ganamos en 1980.
Flórez, un ciclista de Bucaramanga, venció contra todo presagio al ruso
Sergueï Soukhoroutchenkov, el mejor corredor aficionado de aquel momento.
Flórez era el primer ciclista no europeo que ganaba la prueba. Y al año
siguiente otro colombiano, el boyacense Patrocinio Jiménez, terminó de tercero
en la misma competencia. Ambos, sin saberlo, estaban abriendo las puertas a sus
paisanos en los circuitos de Europa.
Basado en estos antecedentes, Bermúdez atacó:
–Fui y hablé con Félix Lévitan, el director del Tour de Francia, y le
dije: “Oiga, los colombianos son el show aquí. ¿Por qué no nos invita, les
damos la pelea a los rusos y levantamos esto?”.
A Lévitan le sonó la propuesta, pero llevarla a cabo exigía cambiar los
estatutos de la carrera más importante, y cambiar además el reglamento de la
Unión Ciclista Internacional. Solo así el Tour podría funcionar como un evento
abierto, y permitir la entrada de varios equipos aficionados. Bermúdez viajó a
Europa varias veces a partir de 1980, y logró convertirse en delegado ante la
Federación Internacional Amateur de Ciclismo. Las gestiones siguieron, varios
equipos (Rusia y Venezuela entre ellos) recibieron invitaciones, pero solo
Colombia aceptó el reto. Y en pleno Tour de 1982, el propio Lévitan hizo por
fin ante los medios el anuncio oficial: un equipo de diez ciclistas colombianos
correría la gran vuelta del año siguiente.
Pero los corredores franceses pusieron algunas condiciones antes de
dejarlos entrar. Ellos sabían que los colombianos eran buenos escaladores,
peligrosos en la altura; de modo que exigieron a la organización un recorrido
que incluyera largas etapas llanas al principio de la competencia. Etapas como
la cuarta, de Roubaix a El Havre, la más extensa de todo el Tour: 300
kilómetros que iban a moler las piernas de los escarabajos antes de ver
siquiera la primera montaña. La estrategia de los ciclistas profesionales, dice
Rafael Mendoza, enviado especial de El Espectador, era simple:
–Cansarlos. Que, al llegar a la montaña, los colombianos no tuvieran con
qué subir.
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